Resumen
El propósito de este trabajo está enfocado en analizar
integralmente los túmulos 1 y 2 del sitio arqueológico AZ-67 en el valle de
Azapa, considerando atributos como visibilidad, conformación estructural de
ambos montículos y evidencias culturales obtenidas a través de una metodología
de excavación en terreno. Asimismo, se le otorga un mayor énfasis a la
interpretación de datos estructurales, con objetivo de aproximarnos a las
variables que inciden en el proceso constructivo de ambos túmulos.
Teóricamente, los datos son abordados en función de la capacidad que tienen las
estructuras arquitectónicas para dar cuenta de la inversión específica de
trabajo mancomunado, tanto en las formas de aprovisionamiento de las materias
primas, como en el proceso constructivo de estas estructuras, considerando
categorías como monumentalidad y territorialización del espacio, a través de la
alteración del medio natural.
Introducción
A partir del objetivo general del proyecto FONDECYT 1085106, el objetivo
general de este trabajo es analizar integralmente los túmulos 1 y 2 del sitio
arqueológico AZ-67, considerando atributos como visibilidad, conformación
estructural de ambos montículos y evidencias culturales. Del mismo modo, se le
otorga un mayor énfasis a la interpretación de datos estructurales, a modo de
aproximarnos a las variables socioeconómicas que inciden en el proceso
constructivo de estos montículos.
Este objetivo que pretendemos alcanzar, adquiere relevancia puesto a que
son pocos los trabajos que abordan temas relacionados con la construcción y
procesos de formación de este tipo de sitios (Muñoz 1980 y 1987; Romero et al.
2004). Es importante estudiarlos ya que la naturaleza del proceso constructivo
de los túmulos y la importancia simbólica de estas estructuras, constituyen un
fenómeno que puede ser considerado a través la monumentalidad, en términos de
mantener una memoria histórica común, generada a través de una identidad con el
territorio y los antepasados.
En cuanto a la funcionalidad de los túmulos, las primeras investigaciones
vinculan a estas estructuras una funcionalidad funeraria y ceremonial (Focacci
y Erices 1972-73; Rivera 1976, Muñoz 1980). En la actualidad las
interpretaciones han variado, y las investigaciones han abordado temáticas que
incorporan algunos conceptos de la arqueología del paisaje, uso del espacio y procesos
de formación de sitio (Romero et al. 2004; Ledezma 2010; Muñoz y Zalaquett
2011).
El proceso de recolección de datos se llevó a cabo en dos fases. Una
primera etapa corresponde a las labores realizadas en terreno, las cuales
contemplaron entre otros pasos una descripción y análisis espacial del sitio,
excavación y exposición de perfiles, y dibujos de planta y estratigrafía. En
segunda instancia se llevó a cabo un análisis e identificación de los
materiales y rasgos arqueológicos registrados, los que correspondían
generalmente a restos de plantas silvestres y domésticas, fragmentos de esteras
y cestería, y contextos funerarios.
Antecedentes
A partir de la
discusión que se ha generado sobre el origen y desarrollo del proceso Formativo
en Arica y sus valles, los túmulos funerarios han sido tomados como indicadores
de la culminación de un proceso social complejo, el que fue catalizado desde
sus inicios por poblaciones pre-Tiwanaku, provenientes desde el área
circumlacustre (Núñez 1972 y 1989; Rivera et al.
1974; Rivera 1985; Muñoz 1980 y 1989;
Santoro 1980).
Desde
otra perspectiva, y tomando como referencia datos e investigaciones actuales, han
surgido investigaciones que afirman que las poblaciones locales habrían jugado
un rol protagónico en cuanto a los cambios que habrían generado un modo de vida
orientado en la producción de alimentos, sin dejar de lado los recursos de
subsistencia que se obtenían por medio de la caza, pesca y recolección de
especies propias del litoral (Gordillo 1997; Santoro 2000; Muñoz 2004 y 2011;
Núñez y Santoro 2011). Esta propuesta ha sido apoyada por estudios de carácter
bioantropológico, estableciéndose que la llegada de poblaciones de origen
altiplánico se produjo de forma paulatina y no de forma tan abultada como se
creía (Rothhammer y Santoro 2001).
Desde el punto de vista cronológico, se definieron dos fases para
caracterizar el proceso Formativo local. La primera fue denominada como Fase
Azapa (1400-600 a.C.), cuyos sitios representativos son AZ-14 y AZ-71. En esta
fase aparecen nuevas tecnologías como la cerámica y la metalurgia, y la
decoración de los textiles y la cerámica consisten en la representación de
motivos geométricos, resaltando el color negro en la cestería. En cuanto a la
economía, aparecen nuevos productos agrícolas como el maíz, camote, papas y ají
(Santoro 1980b). El hallazgo de estos contextos sugiere la idea que el valle de
Azapa estaba siendo habitado por poblaciones de pescadores, las que habrían
alcanzado, algunas líneas productivas en el ámbito agrícola (Muñoz 1989).
Una segunda etapa en el desarrollo de este proceso, es la Fase Alto Ramírez
(500 a.C.- 200 d.C.). En ella se han hallado una variedad de cultivos como el
maíz, calabaza, achira y mandioca, junto a herramientas de labranza como palas
o chuzos, lo que sugiere cierto dominio sobre el plano económico y productivo
(Rivera 1987:8; Muñoz 1989). Al respecto, Rivera (2002) señala que la
introducción de tecnologías agrícolas y el manejo de ganado de camélidos,
habrían permitido el crecimiento demográfico de la población y cierto grado de
especialización tanto en lo económico
como en el plano de producción artesanal.
Dentro de las manifestaciones relacionadas con el culto a los muertos, en
esta fase se hace evidente la incorporación de nuevas formas de entierro, entre
las que destacan las inhumaciones depositadas bajo camadas sucesivas de fibra
vegetal separadas por un relleno de material árido, conformando en su totalidad
lostúmulos funerarios (Muñoz 1980 y 1987; Muñoz y Gutiérrez 2011). Por lo
general, los túmulos se encuentran en las laderas Norte y Sur que recorren el
valle de Azapa, y son asociados a espacios geográficos cercanos a recursos de
agua y humedales (Ledezma 2009).
Según
Muñoz y Zalaquett (2011), la construcción de los montículos implica un
reordenamiento del espacio ocupado en los sectores bajos de los valles
costeros, constituyéndose entre otros aspectos, en demarcadores territoriales y
transformando las relaciones sociales de producción y propiedad de las
comunidades que habitaron este valle.
Monumentalidad
y Construcción del Paisaje
En este caso, nuestro problema surge por explicar el
contexto de construcción de los túmulos de AZ-67, relacionando formas
arquitectónicas con formaciones sociales y manejos del espacio, como los
mecanismos que permiten convertir estas estructuras en monumento a través de la
alteración del paisaje (Criado 1992).
A partir de los antecedentes que se han utilizado para
definir las características sociales de quienes participaron del proceso
Formativo, podemos plantear que los grupos que construyeron los túmulos son
formaciones sociales de carácter aldeana con una estructura comunitaria, lo que
implica que los procesos sociales que permiten la adquisición de bienes
consumibles y artefactos manufacturados se logra a través de una organización
basada en la productividad económica y una distribución del trabajo a partir de
la aparición de roles y especialistas (Lumbreras 1974 y 1981; Núñez 1989; Muñoz
1989).
Este proceso de cambio gradual que existe entre una formación social de
cazadores recolectores y una sociedad de base productiva, viene acompañado de
cambios profundos en relación al concepto de propiedad, desde el momento en que
se puede establecer una capacidad social de disponer sobre los medios naturales
de producción (Bate 1998a:93). Por lo tanto, se puede establecer un fuerte lazo
de territorialidad, considerando que se busca establecer una protección sobre
la propiedad comunal, a partir de los recursos y condiciones que presentan
ciertos segmentos territoriales como en el caso del valle de Azapa y sus
vertientes.
Estas valoraciones permitirían plantear la existencia de
una arquitectura monumental en relación a los túmulos funerarios, cuya
multifuncionalidad se percibe como una estructura capaz de perdurar en el
espacio y tiempo, regulando culturalmente los hechos sociales y determinando la
experiencia del observador de forma intencional (Criado 1991).
En este sentido es importante volver a mencionar el valor rememorativo que
presentan los monumentos, puesto a que una estructura perdurable en el tiempo
es la mejor forma de mantener una cohesión social y una identidad firmemente
ligada a un territorio. Este proceso se puede observar constantemente en las
reivindicaciones indígenas actuales, quienes en algunos casos específicos,
reclaman su derecho territorial a través de una memoria histórica ligada a sus
ancestros (Ayala 2007).
Cuando los ancestros se convierten en elemento definitorio del concepto de
propiedad, el monumento funerario añade a su sentido de acumulador de la
memoria, el papel de legitimador del territorio (Gil 2003). Por lo tanto, este
principio legitimador se fundamenta sobre la idea de que cada grupo tiene su
espacio, establecido por los ancestros y reclamado por sus descendientes en
términos de status y propiedad de la tierra. Vale decir, que el espacio
requiere de un reconocimiento cuyo fundamento se basa en la apelación de una
memoria histórica y cultural común, que es demostrada a partir de la
acestralidad, y por tanto, a través de la monumentalización de la muerte (Gil
2003).
Sistemas Constructivos y
Arquitectura del Sitio
El sitio arqueológico AZ-67 fue registrado en la literatura arqueológica
por Percy Dauelsberg en el contexto de una prospección realizada en el valle de
Azapa, el año 1959. Este autor, describe al sitio como un complejo de túmulos
ubicado en los faldeos del sector Cerro Moreno (ladera norte), ubicado a 14 kilómetros
de la costa de Arica.
Las
coordenadas UTM relacionadas con la ubicación del sitio son 378479 E 7951054 N
(Datum WGS84)[3], y
en el área de emplazamiento del sitio arqueológico se hallan una cantidad de
seis túmulos, de los cuales dos fueron excavados durante el ciclo de excavación
(Figura 1).
A) Túmulo-1
En
relación al análisis que se pueda desprender de la estratigrafía y estructura
del túmulo-1, se pueden distinguir los siguientes aspectos:
En
primer lugar es importante remarcar la altura que presenta el montículo en
relación al suelo, lo que sugiere en un principio, la utilización de materiales
constructivos específicos y la aplicación de conocimientos técnicos orientados
en la construcción de una estructura de 3m de altura por 18m de extensión
Norte-Sur. Según el análisis de la estratigrafía, este proceso se puede
explicar a partir de la aplicación de varias fases sucesivas en el tiempo, las
que incluso pudieron tardar semanas o meses.
Ahora
bien, según lo señalado por Muñoz y Gutiérrez (2011) este proceso se inicia con
la preparación del terreno a construir y el aprovisionamiento de materiales
para la confección de las camadas vegetales. En nuestro caso esta primera fase
de construcción se puede documentar en la Figura 2, en donde se puede observar
que las capas 13, 14 y 15 se distribuyen de forma horizontal, evidenciando que
existe un proceso constructivo inicial que pudo consistir en la estabilización
de la superficie a construir.
Un
segundo paso en el proceso descrito por los autores es la preparación de
camadas por medio de la interdigitación de ramas, hojas y tallos de especies
silvestres en mayor parte y algunas variedades domésticas. Algunos indicadores
de esta fase son las camadas 9, 10, 11 y 12, las que por su disposición en la
estructura dan a entrever que fueron colocadas para otorgar elevación, mientras
que se observa la disposición de mayores volúmenes de tierra para establecer
una separación mayor entre las camadas, otorgando una forma convexa a la
estructura.
Una
tercera fase en la construcción del túmulo-1, tiene que ver con la utilización
de maderos y piedras para estabilizar y homogeneizar la disposición de las
capas en la estructura. Esta situación se puede observar a partir de las capas
7 y 8, pero se hace más notoria a partir de la capa 6 que fue colocada después
de un relleno de material árido que medía alrededor de 50cm. Esta fase de
estabilización y extensión de la estructura, es completada con la disposición
de las camadas 4, 5 y 5a, que son las que se extienden por los perfiles Norte y
Sur (Figura 3).
Una
última fase en la construcción de este montículo puede observarse a través del
análisis de las capas 1, 2 y 3 (Figura 2).
Estas capas fueron colocadas después de un relleno de material árido de
50 cm, permitiendo que las capas vegetales 1,2 y 3 adquirieran una forma
convexa para conformar la superficie ovalada que caracteriza a los túmulos.
B) Zona intermedia entre ambos montículos
Durante
el año 2010 se efectuó una excavación en la zona intermedia entre ambos
montículos, con el objetivo de demostrar si existía alguna posible
interconexión entre ambas estructuras.
Ahora
bien, tras el análisis que pueda realizarse en relación a la conformación
estructural de este segmento, se puede observar como las capas 3, 4, 5, 5a y 6
del túmulo-1 culminan en esta zona (Figura 3), lo que nos permite plantear que
este lugar conforma la zona periférica del túmulo-1. En dicha zona, se
efectuaron los hallazgos materiales de una cestería decorada con motivos geométricos,
restos óseos asociados al cráneo y tibia de una mujer y un turbante asociado a
la transición Arcaico Tardío- Formativo Temprano.
Otro
rasgo importante a destacar en la estratigrafía de este segmento, es la
presencia de la capa 1A que fue puesta en ese lugar como parte de la
construcción del túmulo-2 en el sitio, dejando entrever que esta capa es una extensión de dicha
estructura.
En
relación a la conformación estructural del túmulo-2, la disposición de los
perfiles y los rasgos arqueológicos permiten plantear que el proceso de
construcción que se llevó a cabo es diferente en relación al proceso que
describimos para el túmulo-1.
En
primer lugar, se puede observar que en esta unidad también se puede plantear
que hubo una preparación del terreno, de modo que la disposición de la capa 5
haya quedado de manera horizontal en relación al piso (Figura 4). Una vez
terminada esta primera fase en la construcción del túmulo-2, se dispusieron las
ofrendas y los cuerpos humanos, en donde destaca la disposición del cuerpo-2
sobre la capa 4 y debajo de la capa 1, confirmando el hecho de que este es un
entierro de carácter primario. Otro punto que llama la atención es la
homogeneidad y distribución relativamente horizontal de las capas 3 y 4, lo que
permite establecer que son las capas de material árido, las que permiten
otorgar una forma convexa a la estructura.
Por
último, es posible plantear que existe una fase final en la construcción del
túmulo-2, la que está representada por las capas 1 y 2 de la estructura, estas
están dispuestas con una distancia aproximada de 10cm entre si y serían las
encargadas de sellar las ofrendas y contextos funerarios depositados, además de
otorgar cierto grado de altura a la construcción para que pueda ser visible.
Discusión y Comentarios Finales
Uno
de los aspectos centrales de este trabajo, fue reconocer como se concretó la
construcción de los túmulos 1 y 2 del sitio arqueológico AZ-67 en el valle de
Azapa, con el propósito de explicar las variables socioeconómicas que permiten
la cimentación de este tipo de estructuras. En este sentido, el trabajo de
campo estuvo centrado en la obtención de datos a partir del análisis y
descripción de los perfiles estratigráficos que quedaron expuestos tras excavar
el sitio. Por otra parte, también se consideraron aspectos como visibilidad,
diferencias y similitudes estructurales entre ambos montículos y registro del
material excavado, a fin de generar una discusión enfocada en responder ¿por
qué? y ¿para qué? se construyeron los túmulos ¿Cómo se construyeron el túmulo-1 y el
túmulo-2? y ¿Cuál fue la importancia
de los entierros humanos y ofrendas que se hallaron en estos monumentos de
plantas y tierra?
Uno
de los primeros análisis que se realizaron a partir de nuestras interrogantes,
tuvo que ver con una aproximación orientada en definir y describir las
características esenciales que conforma el entorno y geografía del sitio. En
esta misma línea de análisis, los datos obtenidos fueron analizados bajo los
lineamientos teóricos de la Arqueología
del Paisaje, tomando en cuenta que el paisaje es una construcción
socio-cultural, resultante de una acción social de carácter material y también
imaginaria. Esto nos permitió establecer la existencia de un nivel de
dominación del entorno, normada por una concepción de aprovechamiento económico
del espacio.
Un
segundo paso, consistió en la obtención de datos que nos permitieran establecer
la naturaleza constructiva de los túmulos 1 y 2, y explicar de algún modo los
procesos socioeconómicos relacionados con la producción de estos artefactos.
Los resultados nos permiten plantear que este proceso es la culminación de
varias fases de construcción, según el esquema propuesto por Muñoz y Gutiérrez
(2011).
En
el túmulo-1 logramos documentar este proceso a través de la disposición de dos
camadas iniciales que permiten nivelar el suelo, la disposición de maderos para
otorgar volumen y horizontalidad a la estructura y rellenos de material árido
para separar, levantar o juntar camadas de fibra vegetal, según la forma
deseada. En el túmulo-2 el proceso constructivo es naturalmente el mismo,
existe una planificación en cuanto a la estructura deseada, una disposición de
las ofrendas y una ejecución del diseño en dos fases constructivas que están
documentadas a partir de las diferencias estéticas entre las capas inferiores y
superiores.
En
relación a la conformación de las capas que componían la estructura del túmulo,
se puede observar la utilización de plantas de carácter silvestre en su
composición, y la inclusión de algunas especies vegetales comestibles, las que
se encontraron en una menor proporción. Las camadas se conforman a partir de la
interdigitación de los componentes de las plantas (ramas, tallos, hojas, frutos
y flores), conformando una estructura compacta que en algunos casos posee una
mayor cantidad de ramas en los estratos superiores y hojas en los estratos
inferiores. Según Ledezma (2010), estas plantas fueron recolectadas en los
ecosistemas de vertientes que posee el valle, las que se encuentran en un radio
de 2 a 3km de explotación.
A
partir del análisis de los componentes constructivos de los túmulos y de los
antecedentes que analizan en conjunto al proceso Formativo, podemos asumir que
este proceso requirió de una organización socioeconómica definida por un modo
de producción y una superestructura carácter aldeana, basada en la productividad
económica y una distribución del
trabajo a partir de la aparición de roles y especialistas (Lumbreras 1974 y
1981; Núñez 1989; Muñoz 1989), que se documenta a
través del trabajo organizado en la construcción de los túmulos y a través de
los artefactos encontrados.
Ahora
bien, a partir de esta estructura y modo de producción que hemos señalado,
podemos aproximarnos a responder el porqué de la construcción de estos
montículos, entendiendo que esta es una forma de apropiación del territorio, a
partir de la alteración del medio natural. Es un proceso que se logra desde el momento en que se puede establecer una capacidad
social de disponer sobre los medios naturales de producción,
llegándose a establecer mecanismos para la protección de los bienes de la
propiedad comunal (Bate 1998a).
Uno
de los indicadores que nos permite plantear un proceso de legitimación del
territorio por medio de mecanismos materiales y simbólicos, es la disposición
de entierros humanos y ofrendas en los túmulos. Planteamos esto porque en la
actualidad es cada vez más frecuente que los procesos de etnogénesis y
reivindicación indígena, estén enlazados fuertemente con un reconocimiento
identitario, a partir de ancestros míticos comunes.
En
esencia, hablar de monumentalidad en el ritual funerario es hablar de dinámicas
y mecanismos de poder que parten desde un sustrato económico, medido en el
costo de adquisición del túmulo y un sustrato social e ideológico que se
manifiesta a través de mecanismos religiosos y tecnológicos.
El
desarrollo de este trabajo y sus resultados, conforman un nuevo antecedente que
nos permite confirmar que la
construcción de los túmulos, es un proceso que requirió una inversión
importante de trabajo, conocimientos tecnológicos y participación comunitaria.
Este proceso involucra una serie de fases productivas que parten desde la
recolección de los materiales, hasta la manufactura y construcción de los
montículos, con la intención de lograr una apropiación del espacio y
legitimación de un espacio construido, a partir de la monumentalización de la muerte.
Referencias Citadas
Ayala, P. 2007. “Relaciones entre
atacameños, arqueólogos y Estado en Atacama (norte de Chile)”. Estudios
atacameños 33: 133–157
Bate, F.
1998a. El proceso de investigación en arqueología. Editorial crítica/Grijalbo
Mandadori, Barcelona.
Criado, F.
1991. Construcción social del paisaje y reconstrucción arqueológica del
paisaje. Boletín de Antropología
Americana 24:5-29.
Criado, F. 1999.
Del terreno al espacio: Planteamientos y perspectivas para la Arqueología del
Paisaje. CAPA 6: 1-58.
Focacci,
G. y S. Erices.1972-1973. Excavaciones
en túmulos de San Miguel de Azapa. Actas del IV Congreso de Arqueología
Chilena: 47-55. Número especial, Universidad de Chile.
Gil, F.2003
Manejos espaciales, construcción de paisajes y legitimación territorial: En
torno al concepto de monumento. Complutum14:19-38.
Universidad Complutense de Madrid, Madrid.
Lumbreras.
L, G.1974. La Arqueología como Ciencia Social. Ediciones Histar.
Lumbreras.
L, G. 1981.Arqueología de la América
Andina. Lima: Editorial Milla Batres.
Ledezma,
M.2010.Área de captación de recursos vegetales del túmulo 1, sitio AZ-67,período
Formativo, valle de Azapa. Memoria para optar al título de arqueóloga. Universidad
de Tarapacá, Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas.
Muñoz, I.
1980. Investigaciones arqueológicas en los túmulos del valle de Azapa (Arica). Chungara6:57-95.
Muñoz, I.
1989. El periodo Formativo en el norte grande. En:Prehistoria de Chile, Desde sus Orígenes Hasta los Albores de la
Conquista, editado por J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer,
C. Aldunate, I. Solimano, pp. 107-128. Editorial Andrés Bello, Santiago.
Muñoz, I. 2004.
El Periodo Formativo en los valles del Norte Grande de Chile y sur de Perú nuevas
evidencias y comentarios. Chungara. .40:5-18.
Muñoz,
I.2004. Estrategias de organización prehispánicas en Azapa: El impacto de la
agricultura en un valle del desierto costero del pacifico. Ediciones
Universidad de Tarapacá. Arica-Chile.
Muñoz, I. y
Zalaquett, F.2011. El paisaje en la distribución de los túmulos funerarios del
valle de Azapa, durante el periodo formativo, norte de Chile1. Revista de Geografía Norte Grande 50:
23-43.
Núñez. L.1972b. Sobre
el comienzo de la agricultura prehistórica en el Norte de Chile. Estudios
de arqueología Andina 4: 1-24. Centro de Investigaciones Arqueológicas en
Tiwanaku, La Paz.
Núñez.
L.1989. Hacia la producción de alimentos y la vida sedentaria. En: Prehistoria de Chile,desde
sus orígenes hasta los albores de la conquista, editado por J. Hidalgo,
V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate e I. Solimano, 81-105. Editorial
Andrés Bello, Santiago.
Núñez, L. y
Santoro, C.2011. El transito arcaico-formativo en la Circumpuna y valles
occidentales del centro sur andino: Hacia los cambios “Neolíticos”Chungara43: 487-530.
Romero A.,
C. Santoro, D. Valenzuela, J. Chacama, E. Rosello y L. Piacenza.2004. Túmulos,
ideología y paisaje de la fase Alto Ramírez en el valle de Azapa. Chungara. 40:261-2.
Rivera,
M.1974. Aspectos sobre el desarrollo tecnológico en el proceso de
agriculturización en el norte prehispano, especialmente Arica. Chungara 3:79-107.
Rivera,
M.1976. Nuevos aportes sobre el desarrollo cultural altiplánico del extremo
norte de Chile durante el período tardío, En: Homenaje al Dr. G. Le Paige, Universidad
del Norte, Santiago 71-82.
Rivera,
M.1987. Tres fechados radiométricos de Pampa Alto Ramírez, Norte de Chile.Chungara. 18:7.13.
Rivera,
M.2002. Ideología Alto Ramírez y el desarrollo de la complejidad social y
política. La prehistoria del centro sur andino. Historias del desierto arqueología
del Norte Grande, Cap. III. 58-71.
Rothhammer F
y CM Santoro (2001) El desarrollo cultural en el valle de Azapa. extremoNorte
de Chile y su vinculación con los desplazamientos poblacionales altiplánicos. Latin American Antiquity 12: 59-66.
Santoro.
C.1980a. Estratigrafía y secuencia cultural funeraria, Fases Azapa, Alto
Ramírez y Tiwanaku. Chungara. 6: 24-45.
Santoro.
C.1980b. Fase Azapa: Transición del arcaico al desarrollo agrario inicial, en
los valles de Arica. Chungará6:46-56.
Santoro.
C.2000. Formativo en la región de valles occidentales del área centro sur
Andina (Sur de Perú, Norte de Chile). 243-254. En: Formativo Sudamericano una Reevaluación,
editado por P. Ledergerber-Crespo, pp. 243-254. Abda-Yala, Quito.
COMO CITAR ESTE ARTÍCULO
Godoy, P.
2014 Consideraciones en torno a
la construcción de los túmulos 1 y 2 de AZ-67: Implicancias de un patrón
arquitectónico en la organización socioeconómica de las poblaciones formativas
de la costa y valles de Arica. En: Mil
años de historia de los constructores de Túmulos de los valles desérticos de
Arica: Paisaje, monumentos y memoria, Editado por Muñoz, I e S, Fernández,
pp. 203-211. Ediciones Universidad de Tarapacá.
[1] Este trabajo, tiene
su origen a partir del proyecto FONDECYT 1085106, liderado por el arqueólogo
DR. Iván Muñoz Ovalle, académico del Departamento de Antropología de la
Universidad de Tarapacá.
[2]Arqueólogo,
Universidad de Tarapacá (godoycorrea.p@gmail.com)
[3]Estas mediciones
fueron tomadas por el sr. José Raúl Rocha, quien estuvo a cargo del
levantamiento topográfico del área de estudio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario